La prohibición del vape está en deuda

Por Sociedad Educadora 

A más de un año de la entrada en vigor del decreto que prohíbe la comercialización de vapeadores y cigarrillos electrónicos en México, la realidad en las calles parece desafiar las expectativas. Pese a los esfuerzos regulatorios y las sanciones impuestas, los vapeadores siguen presentes en el día a día de muchos mexicanos. Desde restaurantes y bares hasta los alrededores de las escuelas, una nube de vapor persiste, indicando que la lucha contra estos dispositivos está lejos de terminar.

Antecedentes del Decreto

Los vapeadores, también conocidos como vapes, e-cigarrillos o cigarros electrónicos son dispositivos que producen vapor a través de una resistencia que, alimentada por una batería, calienta el líquido contenido dentro del producto hasta llevarlo al punto de ebullición. El líquido puede contener nicotina y otras sustancias adictivas. Con cifras oficiales de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), se estima que al menos cinco millones de mexicanos entre los 12 y los 65 años han utilizado un vape.

El 31 de mayo de 2022, en el marco del Día Mundial sin Tabaco, el gobierno mexicano anunció un decreto que prohibía la comercialización y la importación de vapeadores y cigarrillos electrónicos, argumentando que estos productos representan riesgos significativos para la salud pública.

El decreto se enmarca en una serie de acciones que México ha adoptado para combatir las enfermedades relacionadas con el tabaquismo y el uso de dispositivos electrónicos de administración de nicotina.

Detalles de la prohibición

El decreto especifica que la prohibición abarca tanto la comercialización como la importación de vapeadores y cigarrillos electrónicos. Esto incluye todos los dispositivos y sus componentes, tales como cartuchos y líquidos que contienen nicotina. Además, se establecen sanciones severas para quienes infrinjan esta normativa, con el objetivo de asegurar su cumplimiento efectivo.

Sin embargo, la realidad en el terreno ha mostrado que la prohibición no ha sido completamente efectiva. Los vapeadores siguen siendo una vista común en diversos lugares públicos. Restaurantes, bares, y, preocupantemente, los alrededores de las escuelas, son puntos donde la presencia de estos dispositivos es evidente. Los jóvenes, especialmente, parecen haber mantenido o incluso incrementado su uso, desafiando las restricciones legales.

 

¿Qué ha pasado después de la prohibición? El mercado negro digital y joven

A pesar de la prohibición, aún se pueden encontrar sitios que los comercializan, incluso en línea. Algunas plazas comerciales aún exhiben máquinas expendedoras de vapes, aunque ya no estén en funcionamiento, mostrando una variedad de cigarros electrónicos.

La falta de regulación ha dado lugar a un mercado negro. Cuando la tendencia de consumir vapeadores comenzó, la ciudadanía los adquiría legalmente. Sin embargo, el cierre de tiendas ha generado un mercado más clandestino y difícil de rastrear, dificultando la obtención de dispositivos y líquidos.                                                                      

En Sociedad Educadora, nos dimos a la tarea de preguntarle a alumnos y alumnas de diferentes universidades de Culiacán sobre la información que tienen acerca de los vapes. Como respuestas, encontramos que, quienes consumen, saben que “vapear hace daño”, pero, lo curioso es que la gran mayoría titubea y no tiene muy claro por qué razón empezaron a consumir.

“Pues estaba con mis amigos, en una fiesta, y como todos estaban fumando, yo también”, “por la presión”, “por moda”, “porque me relaja”. Fueron las razones principales que nos compartieron sobre su consumo. Cuando les preguntamos si sabían que la comercialización de estos dispositivos es ilegal, expresaron desconocer ese dato.

La mayoría de las y los jóvenes compra sus vapeadores con otros amigos o incluso por redes sociales, ni siquiera se necesita entrar a un sitio web que te cuestione si eres mayor de edad, porque simplemente con encontrar un usuario en Instagram que por mensajería instantánea te comuniques con él, el vapeador puede llegar a tu casa, donde, muchas veces, padres y madres de familia ignoran en primer lugar con quién tienen contacto sus hijos e hijas, no saben qué información comparten y qué tipo de dispositivos o sustancias llegan directo a su domicilio como si fuera paquetería de Mercado Libre.

 “No, mis papás no saben que fumo vape, y si se enteran, no creo que me vayan a premiar por eso”, expresó una de las jóvenes estudiantes entrevistadas.

La prohibición ha fomentado un mercado negro robusto donde los vapeadores y sus insumos se comercializan sin regulación. Estos productos a menudo se venden a precios más altos y sin ningún control de calidad, aumentando los riesgos para los consumidores.

Además, las autoridades enfrentan desafíos significativos para hacer cumplir la prohibición. La vigilancia constante y la imposición de sanciones efectivas en todos los puntos de venta y uso de vapeadores son tareas complicadas, especialmente en áreas densamente pobladas.

La respuesta a la persistencia de los vapeadores ha sido mixta. Mientras que los defensores de la salud pública continúan apoyando la prohibición y piden medidas más estrictas, otros sectores, incluidos algunos usuarios y comerciantes, abogan por una regulación que permita el uso controlado y seguro de estos dispositivos en lugar de una prohibición total, ya que, argumentan que es una violación a los derechos humanos, como el derecho al libre desarrollo de la personalidad.

Recuerda… ¡fumar es fumar!

La persistencia del uso de vapeadores en México, a pesar de la prohibición, subraya un problema más amplio: fumar, sin importar el dispositivo o la sustancia, sigue siendo perjudicial para la salud, especialmente para los jóvenes. Ya sea a través de cigarrillos tradicionales o electrónicos, la exposición a la nicotina y otros químicos nocivos tiene consecuencias graves. La adicción, los problemas respiratorios y otros efectos negativos sobre la salud son realidades que no se pueden ignorar.

Es crucial que tanto las autoridades como la sociedad comprendan que el acto de fumar, independientemente del medio, representa un peligro significativo. La lucha contra el uso de vapeadores debe complementarse con una mayor educación sobre los riesgos de todas las formas de consumo de tabaco y nicotina. Solo así se puede proteger eficazmente a las futuras generaciones de los daños que estas prácticas conllevan. La meta debe ser clara: fomentar un entorno libre de humo y vapor para promover la salud y el bienestar de todos los ciudadanos, especialmente de los más jóvenes.

 ¿Vapeando? Descubre las impactantes consecuencias para tu salud

Por Sociedad Educadora 

El uso del vapeador, se ha vuelto cada vez más popular entre los más jóvenes debido a sus distintas presentaciones, colores y sobre todo los sabores disponibles que hay, impulsando a comprarlos. 

También conocido como cigarrillo electrónico, ha generado un debate importante en relación con sus efectos en la salud. Si bien se promociona como una alternativa más segura que el tabaco tradicional, diversos estudios y expertos alertan sobre posibles riesgos y consecuencias negativas para la salud asociadas al vapeo.

Los dispositivos de moda, especialmente populares entre jóvenes y adolescentes, utilizan una batería o se conectan a la corriente para calentar y transformar líquidos en vapor. Este vapor, compuesto por ingredientes químicos como propilenglicol, etilenglicol y glicerina, no es agua y puede ser perjudicial. Estos dispositivos se conocen como sistemas electrónicos de administración de nicotina (SEAN).

La Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos de América (FDA, por sus siglas en inglés) ha emitido una advertencia sobre el riesgo significativo asociado con los dispositivos electrónicos de calentamiento o vaporización (vapeadores), debido a la presencia de glicerina, propilenglicol y glicerol. Estas sustancias, al degradarse, pueden producir toxinas que causan quemaduras graves en la piel y daños severos al ser inhaladas.

Según datos recabados en la iniciativa de reforma presentada por decreto presidencial en México, en febrero de este año, entre septiembre de 2019 y febrero de 2020, se reportaron en Estados Unidos un total de 2,807 casos de pacientes hospitalizados o fallecidos debido a lesiones pulmonares graves ocasionadas por el uso de cigarrillos electrónicos y vapeadores. El análisis de laboratorio reveló que el acetato de vitamina E, presente en algunos productos de vapeo, contenía tetrahidrocannabinol, un compuesto fuertemente asociado al brote de lesiones pulmonares graves.

 

¿Vapear? Una moda letal entre los más jóvenes 

El aerosol que producen los vapeadores puede contener nicotina y otras sustancias adictivas que pueden causar enfermedades pulmonares, cardíacas y cáncer; también se ha observado que el vapeo en la adolescencia puede aumentar el riesgo de adicción a otras drogas en el futuro. Además, el desarrollo pulmonar continúa hasta los 20 años, y los adolescentes que vapean pueden experimentar retrasos en el crecimiento y alteraciones en su función pulmonar a largo plazo.

Todas las drogas “ocasionan una dependencia física, es decir, que el organismo se acostumbra a los efectos que le produce su consumo, pues el fumador detecta una serie de síntomas generados al inhalar y su organismo se acostumbra al efecto estimulante, además que actúa en el nivel de recompensa del cerebro, por lo que hace sentir mejor al individuo sin importar la situación en la que se encuentre”, dice Guadalupe Ponciano, coordinadora del Programa de Investigación y Prevención del Tabaquismo de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Fumar es fumar

Aunque los dispositivos electrónicos pueden parecer una opción más segura que los cigarros tradicionales, es importante mantener los ojos bien abiertos. La American Cancer Society y otros grupos nos advierten sobre los riesgos, desde problemas pulmonares hasta cáncer. Esta advertencia nos recuerda que, sin importar la elección, la salud es primordial. Necesitamos hablar abiertamente sobre estos temas y tomar decisiones que cuiden de nosotros mismos y de nuestros seres queridos. ¡Cuidemos de nuestra salud!

Del cigarro al vape: distinto humo, misma adicción

Por Sociedad Educadora 

Aun con el despliegue de campañas de salud, el tabaquismo sigue siendo un desafío mundial, sobre todo, en materia de enfermedades crónicas prevenibles. Y hoy, el vape se ha sumado a esta problemática pública en adolescentes y jóvenes.  

Con el cigarro convencional se inhala humo. Con el vapeador, vapor, pero con ambos el usuario consume sustancias nocivas y son proclives a adquirir una adicción.  

Para el caso del tabaco, a lo largo de los años se han empleado estrategias para disuadir a las personas de consumirlo y prevenir que otros se inicien en este hábito perjudicial.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha demostrado diferentes medidas que salvan vidas y reducen costos al evitar gastos en atención de salud. Consisten en:

  • Vigilar el consumo de tabaco e implementación de políticas de prevención.
  • Proteger a la población del humo del tabaco.
  • Ofrecer ayuda para abandonar su consumo.
  • Advertir a las personas de sus peligros.
  • Hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio.
  • Aumento de los impuestos sobre el tabaco.

¿Cómo las campañas de salud lograron inhibir la intención de consumo de tabaco?

La información sobre los riesgos de fumar tabaco es constante y clara, pero ha sido un trabajo de años de investigación, inversión y comunicación, además de diferentes alianzas. Esto ha dado como resultado una verdadera disminución de consumo de tabaco a nivel mundial.

De todas las regiones de la OMS, el descenso más pronunciado de las tasas de prevalencia a lo largo del tiempo se observa en la Región de las Américas. La tasa media de consumo de tabaco ha pasado del 21% en 2010 al 16% en 2020.

Los efectos del tabaquismo en la salud son ampliamente conocidos y bien documentados, incluso, podemos ver cómo en las cajetillas de cigarrillos se alerta sobre las consecuencias a los consumidores con imágenes crudas y realistas.

Esto, debido a que la industria tabacalera ha enfrentado una mayor regulación y restricciones en la publicidad y comercialización de productos de tabaco en comparación con la industria del alcohol.

Las campañas antitabaco han sido respaldadas por esfuerzos regulatorios más estrictos, mientras que la industria del alcohol a menudo ejerce una influencia considerable en la política y la regulación.

Pero, si ya se han cumplido metas con respecto a la disminución del consumo del tabaco, ¿cuál es el nuevo reto?

En las últimas décadas, hemos presenciado una notable transición en los hábitos de consumo de tabaco, especialmente entre los jóvenes. Esta transición ha sido impulsada principalmente por la creciente popularidad de los vapeadores como una alternativa aparentemente menos dañina al cigarro tradicional. ¿Cómo ha sido este cambio de paradigma?

Los cigarrillos electrónicos y los vapes son dispositivos que generan vapor para ser inhalado, pero se diferencian en su diseño y funcionalidad. Mientras que el término «vape» abarca una variedad de dispositivos electrónicos para inhalar vapor, los cigarrillos electrónicos se asemejan más en apariencia y operación a los cigarrillos tradicionales. Los vapes pueden ofrecer una gama más amplia de opciones de personalización en términos de potencia y configuración, mientras que los cigarrillos electrónicos tienden a ser más simples y compactos.

De acuerdo con el sector salud, en México se estima que el 45% de los adolescentes conocen los vapeadores y 1.7 millones de personas los consumen; en apego a los estudios, el uso del vape podría desencadenar adicciones a temprana edad.

A pesar de sus riesgos para la salud del usuario y de la posibilidad de adquirir una adicción, el diseño de estos dispositivos es una especie de espejismo que oculta los riesgos que implica.

Según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas en Estados Unidos (NDA por sus siglas en inglés) los cigarrillos electrónicos surgieron en el mercado de Estados Unidos en el año 2007 y su popularidad ha crecido tan rápido, así como lo ha hecho su diversificación de presentaciones.

La transición del cigarro al vape ha sido facilitada por varios factores clave. En primer lugar, el vapeo se percibe comúnmente como una opción más segura en comparación con fumar cigarros tradicionales.

Esta percepción se debe a la falta de combustión en los vapeadores, lo que elimina la inhalación de humo y muchos de los químicos dañinos presentes en los cigarros convencionales.

Además, los vapeadores ofrecen una variedad de sabores atractivos que no se encuentran en el tabaco tradicional. Esta diversidad de sabores, que van desde frutas hasta postres, ha sido especialmente atractiva para los jóvenes que buscan experiencias sensoriales nuevas y emocionantes.

Otro factor crucial ha sido el cambio cultural en torno al tabaco. En muchos lugares, fumar cigarros tradicionales ha perdido su estatus social y se ha asociado cada vez más con hábitos poco saludables. En contraste, el vapeo se ha presentado como una alternativa más aceptable y menos estigmatizada.

Sin embargo, a pesar de esta transición hacia el vapeo, es importante reconocer que los vapeadores no están libres de riesgos para la salud, ya que contienen nicotina y otros productos químicos que pueden tener efectos adversos en la salud, especialmente en el desarrollo cerebral de los adolescentes.

Fumar es fumar

En conclusión, la transición del cigarro al vape ha sido impulsada por una combinación de percepciones sobre su seguridad, la diversidad de sabores, la influencia de la tecnología y los cambios culturales en torno al tabaco. Sin embargo, es crucial educar a los jóvenes sobre los riesgos potenciales para la salud asociados con el vapeo y promover hábitos de vida saludables y libres de tabaco.

Fumar es fumar, ya sea tabaco o vape. Ambos causan enfermedades crónicas.