El reciente suceso en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur, uno de los planteles de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dedicado a la formación de jóvenes de bachillerato, estremeció al país entero.
Un estudiante de apenas 17 años, identificado como Lex Ashton, atacó y privó de la vida a uno de sus compañeros dentro del plantel.
Las primeras investigaciones revelaron que el hecho no fue impulsivo, sino el desenlace de una historia marcada por el acoso escolar, el aislamiento social y la falta de atención en salud mental. Lex había sido diagnosticado con depresión, tenía antecedentes familiares de enfermedad mental e incluso un intento de suicidio previo que no recibió el seguimiento necesario.
La tragedia expuso el costo de mirar hacia otro lado ante los signos de sufrimiento emocional.
De la exclusión digital a la violencia: comunidades que capturan a los jóvenes
Tras el crimen, salieron a la luz los contenidos digitales que consumía el agresor. Participaba en foros y grupos de internet que fomentan discursos de odio y resentimiento, conocidos como “incels” —abreviatura de “involuntary celibates”—, donde jóvenes frustrados y emocionalmente aislados encuentran una falsa sensación de pertenencia.
La Universidad Abierta de Cataluña advierte que muchos de los integrantes de estos grupos “presentan dificultades para establecer relaciones afectivas, baja autoestima y problemas de ansiedad social”. Lo que comienza como una búsqueda de comprensión, termina por convertirse en un espacio donde se normaliza la misoginia, el rencor y la violencia.
Sin redes de apoyo reales, la soledad digital se vuelve una bomba emocional: los jóvenes, incapaces de gestionar la frustración o el rechazo, terminan adoptando narrativas extremas como válvula de escape a su dolor.
Sinaloa: un espejo de lo que está pasando
La historia que estremeció al CCH Sur parece lejana, pero sus causas no lo son. En Sinaloa, las señales de alerta sobre la salud emocional de los jóvenes también están encendidas.
Las encuestas aplicadas por Sociedad Educadora revelan un panorama que refleja con crudeza el desgaste interior de una generación que vive entre la presión social, la hiperconexión y la falta de contención emocional.
Casi la mitad de los adolescentes sinaloenses (42%) admite que solo a veces logra calmarse antes de actuar. Un tercio (33%) reconoce que apenas logra identificar lo que siente, y tres de cada diez (30%) confiesan que no siempre aprenden de las dificultades. La fragilidad emocional también se refleja en la relación consigo mismos: 15% dice no aceptarse tal como es.
A ello se suma la realidad digital: entre 24% y 27% de los jóvenes no siempre se sienten tratados con respeto o cuidado en redes sociales, y una de cada cuatro personas ha sufrido mensajes agresivos o intimidantes. Además, 27% afirma que su privacidad ha sido vulnerada por otros. Estas cifras, aunque puedan parecer menores, muestran una convivencia virtual donde la falta de empatía y la violencia simbólica continúan normalizándose.
Y si en la Ciudad de México se hablaba de jóvenes atrapados en comunidades digitales de odio, en Sinaloa la dependencia tecnológica también preocupa: 15% siente ansiedad o intranquilidad cuando no tiene acceso a redes sociales.
Juventud y redes: una combinación que requiere guía
La era digital trajo consigo un acceso sin precedentes a la información, pero también una exposición sin límites a los discursos del odio, la comparación y la validación superficial.
El uso constante de internet y redes sociales no es el problema en sí mismo, sino la ausencia de herramientas emocionales para enfrentarlo. Un clic puede conectar o destruir. Un mensaje puede educar o alienar.
Los adolescentes, que atraviesan una etapa crítica de desarrollo emocional, se encuentran hoy más vulnerables que nunca ante la presión de “ser vistos” y “ser aceptados”.
Prevención y acción: el llamado de Sociedad Educadora
Frente a este panorama, Sociedad Educadora subraya la urgencia de actuar antes de que los casos de soledad, frustración o violencia digital se conviertan en tragedias.
La educación socioemocional no es un complemento: es una herramienta vital para prevenir el deterioro mental y emocional en la juventud.
Por ello, en Sociedad Educadora proponemos:
- Fomentar la autorregulación emocional y el reconocimiento de las propias emociones.
- Promover la integración social mediante actividades comunitarias, deportivas y culturales.
- Activar redes de apoyo que detecten a tiempo los signos de aislamiento o ansiedad.
- Ofrecer alternativas reales al uso excesivo de internet, fomentando espacios seguros de convivencia.
- Reforzar el sentido de pertenencia y autoestima desde las escuelas y familias.
El caso del CCH no debe verse como un hecho aislado, sino como un síntoma de una crisis silenciosa que atraviesa a los jóvenes de todo el país.
En Sinaloa, aún estamos a tiempo de actuar: de escuchar, acompañar y brindar herramientas que permitan a las nuevas generaciones reconocerse, aceptarse y reconstruir vínculos reales antes de que la pantalla se convierta en su único refugio.
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REFERENCIAS
1. El Universal. “Este es el perfil psicológico de Lex Ashton, el joven que mató a un estudiante en CCH Sur.” 27 de septiembre de 2025. Disponible en: https://www.eluniversal.com.mx/tendencias/este-es-el-perfil-psicologico-de-lex-ashton-el-joven-que-mato-a-un-estudiante-en-cch-sur/
2. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). “Incels: de la frustración masculina al odio.” 2025. Disponible en: https://www.uoc.edu/es/news/2025/incels-frustracion-masculina-odio
3. El Economista. “CCH Sur: Caso Lex Ashton alerta comunidades incel.” 27 de septiembre de 2025. Disponible en: https://www.eleconomista.com.mx/politica/cch-sur-caso-lex-ashton-alerta-comunidades-incel-20250927-778976.html
4. Sociedad Educadora A.C. “Índice de probabilidad de consumo.” Google Looker Studio, consulta a 27 de septiembre de 2025.



