En los últimos años, la violencia dejó de sentirse extraordinaria: se volvió parte de la vida diaria. Está en la calle, en la música, en las conversaciones, en los videos que consumen niñas, niños y adolescentes. Poco a poco, esa violencia se filtró en el tejido social con tal fuerza que hoy estamos frente a una realidad que debería estremecernos: cada vez más menores están siendo detenidos por delitos graves.
No hablamos de un fenómeno aislado. Hablamos de una señal, de una alerta que se enciende frente a nuestros ojos y que nos obliga a cuestionarnos como comunidad, como Estado y como país:
¿Qué dejamos de hacer con nuestra infancia y adolescencia para llegar aquí?
La tendencia que revela el daño
El INEGI reportó que en 2023, 23,664 adolescentes fueron puestos a disposición de autoridades por presuntos delitos o faltas cívicas.
En 2022, los datos municipales mostraron 59,086 adolescentes imputados, con una tasa de 241.4 carpetas de investigación por cada 100 mil jóvenes.
Los delitos más frecuentes entre las carpetas de investigación (33,975 casos) hablan de violencia cotidiana:
- Lesiones (24%)
- Robo (15%)
- Amenazas (9.4%)
- Abuso sexual (9%)
- Narcomenudeo (8.4%)
En Sinaloa, el panorama no es distinto. La Fiscalía registró en 2024:
- 381 investigaciones abiertas contra adolescentes
- 432 delitos presuntamente cometidos
- 93 jóvenes en internamiento
- 158 bajo medidas cautelares
Y quizá el dato más duro:
De acuerdo con el Centro de Internamiento para Adolescentes, de septiembre de 2024 a la fecha, 93 menores han sido detenidos por posesión de armas, robo de vehículos, narcomenudeo e incluso homicidio.
Tienen entre 14 y 17 años.
No son cifras distantes. Son rostros, historias y vidas que apenas comienzan y ya se encuentran atrapadas en dinámicas de riesgo extremo.
Las heridas que no se ven
Cuando se revisan los perfiles de adolescentes procesados por el Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes (SIJPA), aparece un patrón que se repite con una consistencia dolorosa:
- 16.9% presentó ideas suicidas
- 53% intentó quitarse la vida al menos una vez
- 22.8% vivió maltrato familiar
- 16% sufrió humillaciones u ofensas constantes
- 82% consumió sustancias en algún momento
El consumo no surge de la nada. Surge de heridas.
Surge del dolor no atendido.
Surge del abandono, la soledad, los entornos violentos y la búsqueda desesperada de pertenencia.
Es ahí donde comienza la cadena:
Un ciclo que se retroalimenta y que las juventudes enfrentan sin herramientas suficientes para romperlo.
Sinaloa: generaciones heridas
En Sinaloa, nuestras y nuestros especialistas de Sociedad Educadora advierten que este fenómeno tiene raíces profundas y generacionales. La violencia no apareció de un día para otro; fue creciendo en medio de carencias, ausencia de oportunidades, entornos familiares fragmentados y una narrativa social que exaltó las figuras del crimen organizado como símbolos de éxito, poder o pertenencia.
Para un niño o adolescente que crece sin guía, sin acompañamiento emocional y sin redes protectoras, el “camino fácil” no parece tan fácil… parece posible.
Y en una tierra donde la cultura del narco está presente en la música, en las series, en las conversaciones y en los códigos comunitarios, la idea de “salir adelante jalando chueco” termina pareciendo una opción viable.
Aquí no hay monstruos.
Hay adolescencias lastimadas, confundidas, desorientadas y profundamente vulnerables
Y aquí es donde intervenimos: romper el ciclo antes de que inicie
En Sociedad Educadora trabajamos desde un punto estratégico: antes de que la cadena violencia–consumo–riesgo–delito se ponga en marcha.
Sí, nuestro eje es la prevención de adicciones, pero la prevención de adicciones es, en realidad, un trabajo sobre toda la arquitectura emocional y social que sostiene a un adolescente.
Porque la evidencia es clara:
cuando un adolescente adquiere herramientas para reconocer sus emociones, pedir ayuda, decir no, gestionar el estrés, comprender las consecuencias y construir su futuro, también disminuye su probabilidad de consumir sustancias… y con ello de entrar en dinámicas delictivas.
Lo que hacemos no es solo prevenir el consumo.
Es prevenir la violencia, la exclusión, el reclutamiento, el daño y la pérdida de vidas jóvenes.
Entonces, ¿qué dejamos de hacer?
Tal vez dejamos de escuchar.
Tal vez dejamos de acompañar.
Dejamos de estar presentes.
Dejamos de ofrecer alternativas.
Dejamos de construir comunidad.
Dejamos de proteger.
Pero también estamos a tiempo.
A tiempo de replantear nuestros modelos de prevención, de invertir en educación emocional, de fortalecer a las familias, de visibilizar a las juventudes, de escuchar sus historias y de reconstruir los entornos donde están creciendo.
A tiempo de romper el ciclo.
A tiempo de devolver la esperanza.
A tiempo de que ninguna niña, niño o adolescente tenga que elegir entre sobrevivir o delinquir.
A tiempo de actuar.
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Referencias
INEGI. (2025). Estadísticas sobre personas adolescentes en conflicto con la ley. https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2025/epacol/EPACOL_RR.pdf
Enfoque Noticias. (2025). Sinaloa suma 89 menores de edad detenidos durante la guerra entre “La Chapiza” y “La Mayiza”. https://enfoquenoticias.com.mx/nacional/sinaloa-suma-89-menores-de-edad-detenidos-durante-la-guerra-entre-la-chapiza-y-la-mayiza/
Extraoficial. (2025). Detienen a cuatro jovencitos con «cuernos de chivo» y vehículos de lujo robados, en Culiacán; dos detenidos son menores de edad. https://extraoficial.mx/detienen-a-cuatro-jovencitos-con-cuernos-de-chivo-y-vehiculos-de-lujo-robados-en-culiacan-dos-detenidos-son-menores-de-edad/
Sociedad Educadora. (2025). Índice de probabilidad de consumo. Documento interno.
Fiscalía General del Estado de Sinaloa. (2024). Informe anual de actividades 2024. https://fiscaliasinaloa.mx/index.php/informes/informe-2024










