Abuso de alcohol en Semana Santa: Cuidemos de nosotros y de nuestras niñas y niños

Por Sociedad Educadora 

La Semana Santa es un tiempo de reflexión, recogimiento y, para muchos, de descanso y celebración. Sin embargo, en ocasiones, estas festividades pueden tornarse trágicas debido al consumo irresponsable de alcohol.

Según la Secretaría de Seguridad Pública, en Sinaloa hubo 35 accidentes viales que arrebataron 23 vidas en 2023, muchos de los cuales se relacionaron con el consumo de alcohol. Es un llamado urgente a la responsabilidad: conducir en sobriedad es un acto de cuidado personal y de protección hacia los demás.

El consumo de alcohol durante las celebraciones puede tener consecuencias devastadoras, especialmente cuando se trata de la seguridad en la vía pública. Un momento de distracción o un juicio alterado pueden desencadenar accidentes con resultados irreversibles.

Pero el peligro no sólo acecha en las carreteras durante esta temporada. El consumo excesivo de alcohol en entornos festivos puede exponer a los más vulnerables: nuestros niños y niñas.

Muchas veces, en medio de la celebración, los adultos no son conscientes del impacto que su comportamiento puede tener en los más pequeños. La exposición a situaciones de intoxicación puede generar confusión, miedo y ansiedad en los niños, además de aumentar su vulnerabilidad ante posibles accidentes.

Es fundamental proteger a los niños y niñas de este tipo de entornos. Esto implica no sólo moderar el consumo de alcohol frente a ellos, sino también educar sobre los riesgos asociados al consumo irresponsable.

Debemos ser ejemplos de comportamiento responsable y enseñarles desde temprana edad la importancia de cuidar de sí mismos y de los demás.

En esta Semana Santa, hagamos un compromiso colectivo: optemos por celebrar de manera responsable. Disfrutemos de las festividades con moderación y sobriedad, priorizando la seguridad y el bienestar de todas y todos. Tomemos conciencia de que nuestras acciones nos afectan a nosotros mismos y también a quienes nos rodean, especialmente a los más pequeños. ¡Semana Santa sin tragos ni tragedias es posible si actuamos con responsabilidad y empatía!

 

Las adicciones también se adquieren en el entorno familiar

Por Sociedad Educadora 

El abuso de sustancias adictivas es uno de los mayores desafíos de salud en México. Este problema va más allá de los efectos físicos, psicológicos y emocionales que experimentan las y los consumidores, ya que también afecta profundamente a su entorno cercano, como sus familias, amigos y la sociedad en su conjunto. 

Por lo tanto, abordar este problema de manera efectiva no sólo implica la atención a quienes consumen drogas, sino también la implementación de políticas y programas integrales que aborden las raíces profundas de esta problemática y promuevan el bienestar general de la sociedad mexicana.

¿Sabías que el consumo adolescente de alcohol podría empezar en tu familia?

Según cifras de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco, (ENCODAT 2016-2017), el 39.8% de las y los adolescentes ha probado alguna vez alcohol. Es decir, prácticamente 4 de cada 10.

El consumo excesivo y casi obligatorio de alcohol en reuniones familiares, o en periodos de vacaciones, es una práctica común de la sociedad sinaloense; lo que ha resultado en una aceptación más amplia de su consumo, incluso, como muestra la ENCODAT, entre jóvenes que comienzan a beber a edades cada vez más tempranas.

La familia juega un papel fundamental como un factor protector frente al consumo de drogas, pero también puede convertirse en un ambiente de riesgo en situaciones adversas. 

Como adultos, padres, madres o cuidadores de familia, es importante mantenernos alertas y tomar medidas preventivas para garantizar que nuestro entorno familiar sea siempre seguro y favorable para todos sus miembros.

Hacemos un llamado a las familias no solo sinaloenses, sino en general, a valorar que el entorno importa.

Esto engloba estar al pendiente de las dinámicas familiares, tener una comunicación abierta y asertiva, apoyo, así como buscar ayuda profesional si es necesario para abordar cualquier situación de riesgo de manera efectiva y proteger la salud y el bienestar de todos los miembros de la familia.

Por último, invitamos a reflexionar acerca de nuestras acciones y ser responsables de ellas, ya que la familia al considerarse una parte fundamental en la prevención del consumo de las drogas, si no existe la atención y precaución por parte de los adultos encargados, puede convertirse en un entorno de riesgo en cualquier momento.

Trazando la libertad: Superando la vergüenza y las barreras de género en el tratamiento de adicciones para mujeres

Por Sociedad Educadora 

El análisis sobre la vergüenza como un mecanismo de control dentro del sistema patriarcal es relevante en el contexto de los estudios feministas y de género. La idea de que a las mujeres se les permite cierta libertad dentro de los límites establecidos por las normas de la sociedad patriarcal refleja cómo las expectativas de género pueden restringir la autonomía y la expresión individual de las mujeres.

«La vergüenza es un estado de angustia público» (Giddens, 2000, p.87), resalta cómo la vergüenza no es simplemente un sentimiento individual, sino que también tiene dimensiones sociales y públicas. La vergüenza pública puede ser una poderosa herramienta de control social, ya que implica la desaprobación de la comunidad o sociedad en general.

El estigma y discriminación que sufren aquellas mujeres que padecen algún trastorno relacionado al consumo de drogas, hace que no se acerquen a pedir la ayuda que necesitan. La presión social es más fuerte sobre las mujeres que sobre los hombres en cuanto a las expectativas sociales y mandatos de género. Para nosotras, el consumo de sustancias está más penalizado y sancionado socialmente.

“Las mujeres se enfrentan a distintos obstáculos a la hora de acceder a los servicios de tratamiento del consumo de drogas: en 2021, el 45% de las personas que habían consumido estimulantes de tipo anfetamínico en el último año eran mujeres, pero solo el 27% de las personas que recibieron tratamiento son mujeres”, describe la UNODC.

El uso de sustancias psicoactivas tiene muchas dimensiones y en el caso de las mujeres, la información disponible es mucho menor que la de los hombres y sin información no es posible generar políticas públicas que abonen a la prevención de consumo de drogas basada en evidencia y con perspectiva de género. 

En el marco de la cooperación regional, la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) actualizó la Estrategia Hemisférica sobre Drogas en 2020. De esta forma, se sujeta a los países miembros —entre ellos, México— a desarrollar una política de drogas bajo los enfoques de salud pública y de seguridad. Dicha política también debe reconocer las necesidades de las personas en situación de vulnerabilidad: mujeres, niñas, niños y adolescentes.

La inclusión de la perspectiva de género es un aspecto crítico para avanzar en la efectividad de los programas de prevención y constituye un criterio de calidad básico exigible a cualquier programa destinado a prevenir el consumo de drogas.

Trazando los rumbos del consumo femenino de drogas: explorando nuevos paradigmas de género

Por Sociedad Educadora 

El uso de drogas ha sido visto históricamente como un tema dominado por los hombres, pero los datos recientes muestran que, en algunos países, las mujeres están usando ciertas drogas a igual nivel o en mayor proporción que los hombres.

El tipo de sustancias consumidas, su frecuencia y los espacios y formas de uso están fuertemente condicionados por el género. El modelo tradicional de roles de género hizo que durante décadas el consumo de drogas fuera considerado una conducta exclusivamente masculina, lo que sirvió como factor de protección para que las mujeres tuvieran un contacto muy limitado con estas sustancias. Sin embargo, la incorporación de las mujeres a distintos ámbitos de la vida social forzó un cambio hacia unas relaciones de género más igualitarias, que propició que las mujeres asumieran comportamientos hasta no hace mucho considerados como propios de los hombres. Este nuevo modelo de roles de género ha provocado un importante incremento de los consumos de drogas por parte de las mujeres en las últimas décadas, que paradójicamente ha sido presentado como una conquista social de las mujeres y una expresión de su independencia y autonomía personal, pese a ser uno de los principales determinantes de la enfermedad y la salud de las mujeres (Sánchez, L. 2009).

El Informe Mundial sobre Drogas, publicado en 2023 por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito conocida como UNODC (por sus siglas en inglés), estima que, en 2021, 36 millones de personas consumieron anfetaminas y 22 millones consumieron cocaína; la proporción de consumo de estimulantes tipo anfetamínico (el 45% de los usuarios fueron mujeres) y el uso no médico de productos farmacéuticos (entre 45% y 49%) es mayor en las mujeres. En contraste, la cocaína y los opiáceos tienden a ser más usados por los hombres.

En un estudio cualitativo realizado por Fundación Sociedad Educadora de Sinaloa A.C., donde se entrevistó a un total de 15 mujeres internas en 3 centros de rehabilitación se encontró como hallazgo, que, a diferencia de los hombres, -cuya primera sustancia de consumo suele ser el alcohol o tabaco-, la metanfetamina (cristal), es la droga de mayor prevalencia como droga de inicio en el grupo de mujeres entrevistadas para este estudio.

En el grupo de mujeres entrevistadas de este mismo estudio, señalan que su primer consumo fue acompañado por un/a integrante de su familia. De tal manera que, el 40% de las participantes en este diagnóstico relató haber iniciado su consumo acompañada de su papá, o un tío, o un primo, la hermana, o bien la prima, otras más fueron las amistades quienes hicieron el acompañamiento el 30%, pareja el 20% y un caso forzado por desconocidos.

La proporción de consumo de estimulantes tipo anfetamínico y el uso no médico de productos farmacéuticos es mayor en las mujeres, según Informe Mundial de la ONU.

De acuerdo al estudio realizado por Fundación Sociedad Educadora de Sinaloa A.C. podemos inferir lo siguiente: las mujeres pueden enfrentar presiones sociales y culturales únicas que pueden influir en su comportamiento, incluido el consumo de sustancias. Esto puede incluir expectativas de rendimiento académico o laboral, incluso presiones para mantener un cierto peso o apariencia física, las mujeres a menudo enfrentan estándares poco realistas de belleza y perfección que pueden afectar su autoimagen y autoestima. El uso de estimulantes puede estar relacionado con intentos de controlar el peso o mejorar el rendimiento físico para cumplir con estos estándares.

 Las diferencias biológicas, hormonales, psicológicas y sociales pueden influir en la rapidez con la que las mujeres desarrollan dependencia de sustancias psicoactivas en comparación con los hombres. Existe evidencia de que las mujeres a menudo reciben diagnósticos y tratamientos diferentes en comparación con los hombres para problemas de salud similares, esto podría influir en la prescripción de estimulantes y otros medicamentos que podrían ser utilizados fuera de indicaciones médicas. Además, las mujeres pueden tener un acceso más fácil a productos farmacéuticos debido a que son más propensas a buscar ayuda médica para problemas de salud, incluidos el estrés, la fatiga y otros síntomas que podrían llevar al uso de estimulantes.

Otro factor son las dinámicas de poder y género en las relaciones, ya que pueden desempeñar un papel importante en el uso de sustancias. La presión social, la influencia de la pareja o familiares, así como las relaciones abusivas o coercitivas, pueden contribuir a que una mujer comience a consumir drogas.

BUSCA EL PRÓXIMO LUNES: «Trazando la libertad: Superando la vergüenza y las barreras de género en el tratamiento de adicciones para mujeres».